lunes, 26 de septiembre de 2011

UN ANGEL EN LA BRUMA (PARTE 1)

Es curioso, hace mucho tiempo que ella se largó, para mi sorpresa e infortunio (como si necesitara más), sigue viniendo a mi memoria constantemente, de hecho creo que jamás se ha podido marchar de ahí. Además de lo desagradable y mísero que es este sitio, tengo que lidiar con esta infamia maldita de recordarle eternamente.

De alguna forma siempre lo supe, siempre supe que lo suyo y lo mío terminaría así, era demasiado bueno, comparado con los platillos que el menú del destino me había servido con anterioridad, y vaya que habían sido bastantes, los infortunios me habían acompañado siempre. Ella misma me lo dijo en una ocasión, que no se explicaba como había sido posible que estuviéramos juntos, que no entendía porque, la verdad yo tampoco, e incluso intuía que tarde o temprano se iría, lo veía en sus ojos.

Silvia me dijo una tarde en la que caminábamos por la ruta en la que nos gustaba pasear, cerca del parque rojo justamente, que nuestra historia era única, digna de un guión cinematográfico y estaba en lo cierto, lo fue, siempre lo fue, incluso hasta el final, un final apto para un gran drama del séptimo arte. Hoy, ante tanta soledad mi mente y los recuerdos han reabierto la herida todavía fresca y ardiente, dentro de esta maloliente piltrafa de habitación donde la humedad y la putrefacción se mezclan, donde mi cuerpo esta inerte, prácticamente sin vida. He aquí la historia, la película que nunca pude guionar, pero pude vivirla desde sus entrañas, la cinta que se filmó y grabó en el fondo de mi mente.






Los últimos días de septiembre habían arribado a la ciudad con unas lluvias torrenciales, en todos lados se decía que el dos mil siete, había sido un año de aguaceros inimaginables, hacía mucho que no llovía así en la ciudad, eso por supuesto, era motivo suficiente para ver las calles atascadas de coches en medio del trafico y las inundaciones, y a la par los cafés llenos de citadinos urgidos de un poco de líquido negro y porqué no de algo de calor humano. No se en realidad todavía, pero en la búsqueda de alguna de las dos opciones aquellas que tenía para disminuir el frío decidí internarme en un café a unas cuantas cuadras de la avenida de las rosas.

El café Vallviedra era uno de esos sitios que es difícil de encontrar, se había quedado perdido en el tiempo, sus paredes, su aroma, sus mesas, bancos y sillas daban el aspecto de un lugar de los años sesentas, algunas fotografías del héroe enmascarado de plata y otras del campeonísimo equipo del Guadalajara, decoraban las paredes, para cerciorar que evidentemente aquel enigmático espacio no pertenecía al siglo XXI. Había una mesa disponible justo a un costado del pasillo que conducía hacia los baños, sólo que cuando me disponía a ocuparla un mesero me tiro unos ojos de matón que me enfriaron el cuerpo más de lo que ya estaba, pues al verme entrar solo y con el café a reventar de clientes, le pareció una total incongruencia que yo ocupara una mesa con capacidad para cuatro y no necesitó decírmelo, para no causar problemas y entendiendo las circunstancias decidí sentarme en la barra, hasta el fondo para ser exactos. Una chica pequeña y un tanto tímida se acerco. Ordené un caramel bien caliente, y unas tejas de almendra para apaciguar el hambre que me causaba estragos desde una hora antes cuando menos. Mientras degustaba aquella delicia con granos traídos desde una región colombiana, según presumía la carta del establecimiento, un cartel detrás de la barra me llamó la atención. “café Vallviedra te invita a la presentación de la obra teatral Un Ángel En La Bruma. “ rezaba el encabezado de aquel cartoncillo pegado a la pared, la función sería precisamente esa noche a las nueve en punto, consciente de aquél ocio del cual sería victima, como todos los viernes al salir de la escuela, creí que no sería descabellado darme una vuelta por el antiguo convento de San Bernardo para presenciar aquella puesta en escena.


El antiguo convento se encontraba sobre la Avenida de las Américas, muy cerca de la Avenida Chapultepec, justo en ese mismo cuadrante, se ubicaba el sitio donde más horas pasaba de mi insípida vida: la Universidad Americana de las Artes. Cuando me gradué de la prepa sabía perfectamente a donde quería dar mi siguiente paso, sólo me faltaba poder cubrir las colegiaturas y asunto arreglado, vaya pequeña cosa. Dos años y medio de mi vida partiéndome el lomo en las librerías Punto rojo fue la tarifa que tuve que pagar por nutrir mi amor al arte. Cuando logre cumplir la hazaña me inscribí en aquella escuela, con la que había soñado desde años atrás para estudiar la carrera de cinematografía. El cine siempre me había encantado, talvez mi subconsciente en su afán de expresar todo aquello que mis labios y mi lengua no podían hacer encontró en el séptimo arte su más apropiada válvula de escape.

Eran las siete y treinta y cinco cuando pague el costo de aquella merienda y decidí abandonar el café, me dirigí cuesta abajo hacia la glorieta de San Pablo, ahí estaba la terminal de las dos rutas entre las cuales decidiría mi destino: mi casa o el antiguo convento. El camino hacia allá me serviría para decidir. Caminé sobre una Avenida de las Rosas empapada al igual que la mayoría de sus transeúntes mientras observaba el paisaje y me percataba de lo mucho que había cambiado la ciudad. Así, cuando menos lo espere me encontraba ya situado frente a un autobús de la línea 11 que era precisamente el que llevaba hacia el ex convento de San Bernardo, sin que mi consciencia se percatara de lo que mis pies estaban haciendo de repente me vi sentado sobre uno de los asientos de aquel camión, no supe en verdad que fue lo que causó que subiera a aquel colectivo, mas allá de mi ocio sentía que había algo externo que me estaba incitando a pasar esa noche o parte de ella en aquel palacete para ver “Un Ángel En La Bruma”, sin más cuestionamientos me recargue sobre la ventanilla, esperando a que el conductor hiciera arrancar el motor antes de que yo me arrepintiera. No sospechaba siquiera del tremendo embrollo que ya me estaba cocinando el destino.


Una hora más tarde estaba parado a las afueras del ex convento, una fila de unas sesenta personas se alistaba para entrar y otra más de unas quince en las taquillas esperaba para comprar un boleto, obviamente me introduje en la que estaba en las taquillas y ya con boleto en mano, todavía me di tiempo para fumarme un cigarro antes de ingresar. Dos grandulones me revisaron de pies a cabeza y cumplida su labor me otorgaron el pase. La obra sería efectuada en el foro cuatro del convento. El recinto era un lugar majestuoso, con galerías que enseñaban las marcas del siglo XVII y XVIII en sus paredes de cantera y piedra labradas por la mano humana, los techos mostraban pinturas extraordinarias de artistas traídos de Europa por los eclesiásticos españoles de aquella época, hasta la madera vieja olía distinto era un aroma que se antojaba hasta cierto punto romántico. Por segunda vez en la noche sentía que había viajado en el tiempo, sólo que ahora mas atrás todavía. Me senté en la ultima fila y al centro, una voz sin cuerpo anunció el comienzo de la función; el telón se abrió.

Una imagen extraída de un sueño se apareció ante mi mirada atónita, fue como un embrujo que impactó en todo mi ser, un ángel con las alas totalmente desplegadas se mecía por todo el escenario, acto acompañado por una música celestial que hacia mas enigmático el momento. Su rostro, definido por rasgos perfectos, su cabello castaño, lacio, hasta la cintura y sus ojos miel hechizantes hacían creer que las alas, de verdad le pertenecían a su cuerpo, dios había olvidado en alguna travesía terrenal a uno de sus ángeles, pensé.

La obra trataba sobre un ángel que había caído del cielo, perdido en la tierra comenzaba a observar la maldad y egoísmo del cual los humanos eran participes, sin embargo, en su intento por regenerar a la humanidad se enrolaba con un sujeto malvado, que la terminaba enamorando, haciéndola olvidar su pasado celestial y obligándola a condenarse por toda la eternidad. La realidad es que la obra me pareció un tanto mala y aburrida, sin embargo, con aquella visión portentosa hubiera sido capaz de pagar cien entradas más.

Abandoné el foro hasta que no hubo nadie más allí, parecía que mis pies no querían marcharse de aquel sitio, talvez hacía tanto que no experimentaba una sensación tan magnifica, que intentaban convencerme a quedarme a dormir ahí, como para esperar que el ángel volviera a salir a escena y se acercase a mi aunque sea para tocar su bellísimo rostro. Volví a la realidad, me puse de pie y salí con bastante desgana, eran ya las diez con cuarenta cuando asomé la nariz a la Avenida de las Américas, algo raro ocurría en mi aquel día, no tenía la intención ni las ganas de volver a casa temprano, talvez era por lo jodido de la pocilga en la que vivía o simplemente por que el día siguiente era sábado y no habría mucho que hacer. Comencé a caminar sin saber exactamente a donde ir, entonces recordé que a dos cuadras de allí con dirección al boulevard Chapultepec, había un bar en el que me habían dicho podría encontrar cervezas de varias partes del mundo, un poco de ese líquido espumoso y refrescante no me vendría nada mal para cerrar aquella noche tan peculiar. Arribé al sitio, la segunda inspección de la noche efectuada ahora por otro par de grandulones se llevo a cabo y entré, el beer bar, era un salón cuadrado con una enorme barra al centro rodeada por muchas mesas, los pisos y las paredes todas de madera junto con algunas insignias norteamericanas, causaban que uno se sintiera en Texas, Boston o Colorado, era un lugar raro y la gente que estaba ahí más, escanee de nueva cuenta el establecimiento y me di cuenta de que ese no era espacio para mi, me di la vuelta y me dispuse a salir, pero un ángel me lo impidió.


Ella abrió la puerta del bar, una blusa blanca adherida al cuerpo dejaba ver la perfección de su abdomen y mostraba la curva estrepitosa de su cintura, unos jeans rojos contorneaban la forma escandalosa de sus caderas, sus labios del mismo color que el pantalón y su cabello recogido en un chongo improvisado, provocaron que quedara petrificado. Estaba allí el ángel de la obra ahora sin alas, pero no eran necesarias, se veía igual de celestial o más, así de cerquita era aún más hermosa. Se encaminó hacia la barra con pasos de divinidad, luego su mirada de miel se cruzó con la mía, una leve sonrisa afloró de su rostro y yo respondí con otra intentando mostrar mi mejor cara, pero era imposible ante semejante aparición ocultar mi mueca idiotizada, lo único que pude hacer fue recoger mi quijada del suelo.

Fue hasta el final de la barra y ordenó una cerveza, el tipo que atendía, le sirvió de inmediato, vaya velocidad la que causaba aquel rostro, supe que no era el único atontado por aquella espectacular belleza. Me quede parado prácticamente durante un minuto, entre que decidía si debía quedarme, irme, correr, esperar, no sabía que seguía ahora, cualquiera que me conociese hubiera apostado a que me iría, hasta yo mismo incluso, pero esa noche el Julio Méndez que solía vivir dentro de aquel cuerpo jodido, se quedo en otra parte, talvez lo olvide en casa o en el café o hasta en la misma universidad, pero aquel tipo desganado, frívolo y lleno de inseguridad no estaba ni cerca de arribar al beer bar. Para cuando hube reaccionado y decidido a quedarme, noté que había estado bastante tiempo parado como imbécil en medio del salón, entonces una mesera se dirigió a mi y me dijo.


- ¿espera usted a alguien señor?


- no señorita.


- Entonces, ¿desea que le asigne alguna mesa?


- No, me sentare en la barra gracias.


Con un enorme hueco en la boca del estomago, no precisamente de hambre, caminé en dirección a la barra, además de aquella musa que irradiaba luz, estaba una pareja sentada prácticamente del otro extremo, así que, tenía al rededor de cuatro bancos entre los tortolos y el ángel, deje uno libre entre la chica y yo, tratando de evitar ser obvio, aunque mi cara de asustado e inexperiencia en las artes de la conquista me delataban de inmediato.


- Una miller bien fría, por favor.


El cantinero, me la sirvió un tanto de mala gana y no con la mejor disposición, también el se dio cuenta de lo que ya pretendía hacer yo y sabía que no podría lanzar el anzuelo a esa mujer, al menos esa noche yo no lo permitiría. Di un trago a la botella, aquel líquido embriagante, me supo a agua, talvez por los nervios, o porque mis sentidos estaban sólo disponibles para recibir sensaciones provenientes de aquella obra de arte que estaba sentada a dos pasos de mi. Luego de haber bebido casi media cerveza decidí que era momento de dar el siguiente paso. Me acerque un lugar y entonces dirigió su cuerpo hacia el otro lado dándome la espalda, creí estar perdido y no dude tampoco en largarme en ese momento de ahí, como se me había ocurrido aventurarme a acercármele a semejante mujer, pensé. Estaba a punto de levantarme, pero otra vez entre la desesperación, mis neuronas se pusieron a trabajar a una velocidad inconmensurable, supe entonces que no me iría hasta entablar conversación con aquella enviada de dios.


- Permíteme invitarte un trago. Estuviste fabulosa arriba del escenario. Dije.


Sólo entonces giro su cuerpo, tengo perfectamente grabada en la memoria la sonrisa que se le dibujo en el rostro, probablemente fue la vanidad lo que la hizo girar, el saber que alguien había sido testigo de su actuación y ahora se lo reconocía frente a frente, a un artista es lo único que suele importarle, supe entonces que había elegido el camino correcto para entablar aunque fueran unas cuantas palabrillas con aquel ser supremo.


- ¿en verdad estuviste en la obra?


Me preguntó un tanto sorprendida.


- Claro, de verdad te digo, me ha parecido una actuación fenomenal la tuya.


- No exageres, haces que me sonroje un poco.


- pues yo tan solo digo lo que vi, bueno, además tu belleza realza todavía mas la obra.


Dijo algo entre dientes que no supe descifrar, luego le salió una leve carcajada, y me miró directo a los ojos, su sonrisa era increíble, creí estar en un sueño, creí haber muerto y resucitado en ese momento, pasmado y sin saber que decir la miré directo también.


- ¿por qué haces esto eh?


- ¿por qué hago que?. Dije balbuceando.


- ¿por qué vienes y me dices todas estas cosas? no se necesita ser un crítico del arte para darse cuenta que la obra no tiene mucha calidad, por lo tanto tampoco mi actuación lo es.


Entonces la expresión en su cara cambió, la sonrisa ya no estaba, me quede como un total idiota, sin saber que decirle, el ángel aquel sabía perfectamente que yo no la buscaba precisamente para felicitarle por su actuación. Dio el ultimo trago a la cerveza, luego negó con la cabeza y volvió a reír un poco, como burlándose de mi, se levantó y se puso de frente ya no había un banco que nos separara, tan solo unos cuantos centímetros de distancia entre mi mirada y la suya, sentí que el corazón me estallaría, el pulso incontrolable. Una sonrisa irónica emanó de su fino rostro.


-Eres valiente, pocos se atreven siquiera a acercárseme, más si he tenido una actuación tan brillante como la de hoy. Dijo ironizando. – creen que mi belleza es sublime y temen mirarme a la cara, tu lo hiciste desde que entré al bar. Tienes agallas Julio.


Quede perplejo, cómo carajo sabía mi nombre, creí estar enrolándome con un ser verdaderamente divino y bastante poderoso, sentí un miedo muy particular. Estaba a punto de preguntarle porque sabía mi nombre cuando un milagro ocurrió. Su dedos largos y finos tocaron mis mejillas, sonrió y después sus labios rozaron los míos no mas de tres segundos, en ese instante el tiempo se detuvo, y me hubiera gustado que para siempre, si dios existía yo le debía la vida y más. Se separo de mi y se dio la media vuelta, el sonido de los tacones retumbaba en lo profundo de mi consciencia como un eco lejano, entonces para cuando reaccione ella ya había abandonado el bar, salí a toda prisa, para saber aunque fuera su nombre. El ángel abordaba un taxi, su sonrisa perfecta y una mirada enigmática me decían adiós detrás del cristal. Dirigí la vista al cielo como pidiendo una explicación, una gota de lluvia impactó en mi frente y supe entonces que ya estaba perdido para siempre.

1 comentario:

  1. Para empezar, el nombre del protagonista carnal, con eso te llevaste el 10 jaja, no para nada, muy buena obra Pedro, este proyecto sigue y empezamos con el pie derecho. Un aplauso para usted, mi estimadísimo! Me atrapó y me identifiqué mucho. Saludos (:

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