miércoles, 12 de octubre de 2011

EL CASO SÁENZ (El cinema parte 2)


 Hacía cinco días desde que había dejado de llover después de casi un mes de incesantes aguaceros, los cuales habían provocado estragos a lo largo de las calles de aquel pequeño pueblo a las afueras de la ciudad. El inspector Martínez Llosa se encontraba sentado dentro de su cocina con un plato de sopa fría frente a él, tan sólo recordar el rostro de José Ramírez desfigurado por el impacto de bala y yaciendo en el suelo sobre un charco de sangre le había arrebatado el apetito, no era la primera vez que atendía un caso similar, en el pasado había investigado tres o talvez cuatro casos de asesinatos, pero ninguno con las características de éste.

Su esposa estaba parada a unos cuantos centímetros de él lavando los trastes y aprovechaba cada momento para insistirle que terminara su cena, Martínez la miraba cada uno de esos momentos con una expresión indiferente pero ligeramente malhumorada. –Termina con esa sopa de una vez, no pienso calentártela pero si te apresuras puede que no sea un completo hielo- dijo su esposa con un tono altanero lo cual provocó que Martínez golpeara la mesa con sus puños y empujara el plato derramando todo el contenido, miró a su esposa con una mirada tal que ella pudo sentir como si dos cuchillas se clavaran en su rostro por tanta ira que irradiaban los ojos de Martínez, -Métete en tus asuntos mujer, y déjame tranquilo de una puta vez- gritó alzando la voz el exaltado inspector, un comportamiento nada común en él, aún cuando su trabajo consistía en manejar cargas exhaustivas de estrés, nunca había explotado de esa manera, y menos en contra de su esposa, algo que ella resintió de inmediato haciendo temblar sus manos y volviendo temerosa hacia el fregador tratando de ocultar dos lágrimas que se escaparon de sus ojos. Martínez no tuvo más remedio que pararse de la mesa y acercarse a su mujer para disculparse, sus manos trataron de tomar sus hombros por la espalada pero ella se inclinó hacia delante rechazándolos bruscamente, Martínez suspiró lentamente, tomó su chaqueta y salió lentamente de la cocina hacia su despacho, el cual se encontraba en el segundo piso y tenía un pequeño ventanal con vista a la calle.

Ojala tuviera mas casos tras los cuales esconderse y librarse de esa incómoda averiguación, lamentablemente en ese pueblo rara vez ocurrían dos cosas que ocuparan de su atención al mismo tiempo. Se llevó las manos a su cabello y las pasó bruscamente hacia atrás hasta parar en su cuello, sabía que ese caso cambiaría muchas cosas en aquel pueblo y que si no lograba resolverlo pronto lo llevaría a la locura; poca gente sabía lo que él sabía acerca de la familia Sáenz y de los acontecimientos que se habían dado lugar en el cinema un mes atrás.

Cinco días atrás le había contado todo al forense Fresnos, un hombre que, según Martínez, contaba con toda su confianza por su años de servicio junto a él durante varios años, pero ahora pensaba que talvez no había sido la mejor decisión el contarle detalles que sólo él debía conocer, bueno, a excepción de un par de cosas que había decidido guardarse por seguridad. De cualquier forma la suerte estaba echada y a partir de que Ramón Sáenz había desaparecido había comenzado una carrera contra el tiempo para Martínez antes de que sucediera otro incidente que pusiera en riesgo a todas las personas que Ramón conocía, incluyéndolo a él mismo.

Un pájaro se estampó contra el ventanal sobresaltando a Martínez quien salió botado de su silla y cayó al suelo de golpe, se dio cuenta de que los primeros rayos de sol entraban por el cristal y supo que se había quedado dormido en su despacho mientras su cabeza daba vueltas en el caso Sáenz, se paró sacudiéndose el pantalón y se dirigió a su cuarto donde su esposa dormía aún. Se limitó a besarla en la frente suavemente y entró al baño para asearse, salió sin hacer ruido y tomó dirección a la oficina de averiguaciones de la policía municipal. Cuando entró por la puerta vio a Fresnos recargado sobre su escritorio y mirándolo con un gesto que denotaba molestia.

-¿Qué pasa Fresnos? ¿Y esa cara?- preguntó Martínez con una sonrisa falsa en su cara, sabía que Fresnos no era de aquellas personas que se quedaban con los brazos cruzados ante una averiguación y sospechaba que de nada le había servido guardarle secretos acerca del caso Sáenz, Fresnos le arrojó una carpeta a Martínez con tal rudeza que por poco se esparcían las hojas que contenía, Martínez abrió la carpeta y comprobó sus sospechas, -Creo que se te ha pasado un detalle un tanto importante Martínez, no me gusta el rumbo que está tomando este caso, parece más grave de lo que me contaste- dijo tajantemente Fresnos mientras cruzaba los brazos, Martínez lo miró y fue como si el mundo se le viniera encima, de pronto se sintió como un novato en su primer caso difícil, no quedaba de otra, tendría que trabajar con Fresnos como su compañero y tendría que ser completamente sincero con él.

Dentro de la carpeta se encontraba un reporte policial acerca de tres dudosos accidentes que habían sucedido cerca de la ciudad y que involucraban a quince personas muertas o heridas de gravedad años atrás, al final se encontraba una fotografía en el lugar de los hechos con Martínez en sus primeros años cargando en sus brazos un pequeño niño llorando, en el pie de la fotografía se leía el nombre del pequeño: Ramón Sáenz.

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