domingo, 25 de septiembre de 2011

"Luces, Cámara... Andrea." (Parte1)

Era una tarde tranquila, como todas las de otoño. Estaba sentado, esperando ah que el teléfono sonara, no entendía porque prendí un cigarro, yo jamás he fumado y nunca pensé que lo haría. Suspiré... seguía sin entender el encuadre en el que estaba pero igual continuaba. Enseguida entró ella; vestido corto y pegado al cuerpo, un lindo escote, pelo castaño y una sonrisa asesina. Me miró y dijo __jamás pensé que te encontraría así, y más en nuestra sala__ Entré en shock, la vi, sonreí, me puse de pie y enseguida... ¡CORTE! ella suspiró enfadada, yo solo volví a fumar, expulsé el humo y pisé lo que quedaba lo del cigarrillo. __ ¡NO MAMES RICARDO!, NETA, NO MAMES, VAN 4 VECES QUE HACEMOS LA MISMA ESCENA Y NO RECUERDAS LAS LÍNEAS! ¡¿QUÉ PEDO GÜEY?! Solo agaché la mirada, no quería contestarle, estaba harto, como todos los del estudio. Me quité la boina, me pasé la mano por el cabello y pedí disculpas, y prometí que no volvería a pasar. Todos me miraron con sarcasmo, y murmuraban cosas acerca de lo que estaba haciendo, todo iba muy mal.

Eran las doce de la madrugada, y después de nueve horas de estar grabando, todos querían descansar. Leonardo, el director, dijo lo apropiado y salimos del estudio. Aún no podía creer lo que pasó en escena, esa mujer me tenía aún perplejo por como la habían arreglado. Cuando éramos niños jamás imaginé verla así, y las cosas que habían escrito para hacer entre los dos dentro de un encuadre, totalmente llevado hacia la fantasía lunar. Encendí otro cigarro mientras me dirigía a mi coche. Fumé, busqué mis llaves del auto, pero oh sorpresa, recordé que las puse en el buró de la sala dentro del estudio para estar aún más cómodo. No entendía él porque, miré al cielo y desesperado suspiré con enojó, reflejando el mal día que había tenido. Salí caminando del lugar.

Camino a la salida, una luz me cegó. Era ella, la chica con la que haría esa escena que tanto me mantenía en shock, bajó el vidrio, dijo que subiera, pero no lo hizo con palabras, lo hizo con una sonrisa tan sencilla y tan pura, que no pude negarme. Era un buen auto, no tan cómodo como el mío, pero igual se movía. Tenía buena música, eso ameritó que le invitase un trago en el primer bar que viéramos. Y así fue. Al ritmo del funk, agitados por las copas de más, entrando en un ambiente de coqueteo constate con cariños, sonrisas, miradas y besos sabor a sal, era momento de abandonar el lugar e ir por algo más intenso. Ella quería conducir, pero creo que no estaba en condiciones para hacerlo. Opté por tomar el volante y poner algo de mi música. En cuanto hice eso, ella calló rendida a mi hombro, me tomó del brazo y después del beso que me dio en la mejilla, mi estómago murmuró una escandalosa revuelta emocional, como si hubiera sido de un amor adolescente. No supe cómo reaccionar, solo seguí conduciendo, pero sabía que ella estaba mirándome, y acariciando mi brazo y mi pierna. Solo seguí conduciendo.

Al cabo de veinte minutos de estar en línea recta, estábamos en la entrada de su coto, ella estaba dormida. Le pedí al guardia que me dejara pasar para llevarla hasta su casa. El guardia se negó, me advirtió que solo antes de las once de la noche podían pasar al privado. Decidí llevarla a mi departamento. Fueron otros treinta minutos de regreso por Guadalupe, hasta llegar a la glorieta, dar vuelta en la segunda calle, donde esta una tienda en la esquina. Al llegar, mi hermana no estaba, fue más fácil que entráramos, ya no estaba tan dormida, había descansado lo suficiente para beber un poco más, pero sin llegar a la estupidez. Estuvimos platicando por buen tiempo de lo que había pasado en todos estos años, no paramos de reír. Eran casi las cuatro de la mañana y había que descansar para seguir grabando. Decidimos ir a la cama.

No pude resistirlo, tenía una grandiosa lencería como para no verla tirada en la duela de mi habitación, y sería descortés no mencionar su hermosa figura que provocaba suspiros de satisfacción en mis manos sedientas de calor. Pero su inocencia no me permitió sobrepasar mis caricias. Bastó para mí un beso genuino y un abrazo que perduraría toda la noche para inundarme en insomnio. Estaba rendida, cansada de tanta diversión que no tenía desde su última relación. Los tragos hicieron efecto en sus piernas, dejándola indefensa contra cualquier macho que quisiera saciar su sed dentro de ella. Lamentable para mí y afortunadamente para ella, me había educado para ser un hombre, un caballero. Solo pude acariciar su cuello, sus brazos y su cara llena de pureza. Cosa que comunicaba la ternura de una niña, alma de mujer y cuerpo de una diosa egipcia.

Cuando cerré los ojos, el despertador sonó. Era hora de empezar la rutina, pero creo que a ella no le afectó el ruido tan molesto, decidí apagarlo y volver a dormir. Al poco tiempo sentía movimientos bruscos en la cama, desperté y era ella tratando de levantarme. Sonriendo, y brillando con el claro solar, había despertado de la mejor manera aquel día, verla encima de mí tratando de hacerme reír para levantarme fue algo que me hizo caer en el sucio charco del enamoramiento por el que pasan todos los hombres al ver a su mujer ideal, tratando de que le haga de desayunar unos ricos huevos divorciados con jamón y pan tostado, acompañándolos con un fresco jugo de naranja. Fue suficiente para conquistarme. Una sonrisa, una mirada sincera y un beso genuino. __Llegaremos tarde, y no creo que Leonardo nos dé chance de estar de incumplidos, y faltando a las grabaciones__ Dijo Andrea muy agitada, pero aún así, no se borraba la sonrisa en su cara, era algo tan mágico que contagiaba a cualquier incrédulo, sin oportunidad de negarme y dudarlo, tuve que acceder a levantarme, e irnos hacia el estudio. Cuando salíamos del departamento, Andrea, estaba muerta de la risa, y yo intrigado la miré cuestionando __Es increíble que siendo uno de los mejores en esto, te pasen cosas tan estúpidas__ dijo risueña __No te preocupes, esto le pasa a los mejores, además te tengo a ti para que me lleves y me traigas__ contesté con un tono sarcástico y bromista, solamente rió, y me dio un pequeño golpe en el hombro, la abracé y la tomé de la mano. Comenzaban las revoluciones dentro de mi estómago y el corazón casi salía a gritar su nombre, solo me podría controlar con otro cigarrillo... O alguno de sus besos, y así fue. Después de tantas chicas que habían entrado a mi habitación, y hacer cosas tan locas, tan parecidas a las películas que encuentras en internet, no recordaba cuando había sido mi último beso empapado de romance, tal cual fue el que me propició mariposas libres por todo mi estómago, y provocó una sonrisa tan grande como lo hice una vez en Enero.

Mientras conducía hacia el estudio de grabación, todo era risas y encantos por parte de los dos, todo parecía que marchaba de la mejor manera, pero no me esperaba lo que iba a suceder. Fotógrafos del espectáculo estaban tapando la entrada del estudio queriendo encontrarme, no se conque fin, ni con qué motivo. Estaba harto de esto, di la vuelta, y pasé caminando por donde estaba el aglomerado de la mano de Andrea. Andaba de suerte, pues no intentaron fotografiarme, ni averiguar si era yo o no. Llegamos con Leonardo dispuestos a continuar nuestro trabajo.

Regresamos al encuadre de ayer, seguía perplejo, no entendía porque tenía que tener sexo indiscreto con ella frente a una cámara, y que esa escena se propagaría por el resto del mundo en unos cuantos meses más. En realidad no estaba de acuerdo con esa escena, a pesar de que sentía una total atracción sexual y emocional hacia Andrea, no me parecía justo que el mundo viera a esta chica humillándose bajo la seducción de mi cuerpo y mis líneas. Después de varias discusiones con Leo, accedí a hacer la escena si tenía un poco de censura, pero lo que yo no tomé en cuenta, fue que Andrea estuvo escuchando cada palabra que salía de mi boca. Y al hacer la escena, sus ojos no dejaron de mirarme con ese brillo tan peculiar que existe en las niñas al ver a su padre llegar del trabajo. Ese día grabamos más de cinco escenas, fue un día muy productivo, incluso uno de los más destacados en toda mi carrera, pues lo hacíamos máximo en dos tomas, todo iba volando y los del estudio, parecía que ya no me odiaban tanto después de lo que pasó ayer.

Tras horas de arduo trabajo, y perfecta concentración de todos los del estudio, al cabo de las ocho de la noche habíamos terminado ya con las escenas correspondientes al día de ayer, y al de hoy. Podía dormir tranquilo, sabiendo que había hecho un buen trabajo, demostrando quien era, y porque me habían contratado para hacer esta película. Andrea por otra parte, estaba agotada, no tenía otra cosa en mente más que llegar a su casa, echarse hasta el día siguiente, y no saber de grabaciones y plaquetas hasta la mañana siguiente. Era viernes por la noche y ameritaba celebrar tan buena actuación de todos los chicos de la productora. Pero era cierto, estábamos agotados y decidimos dejarlo para otra ocasión. Antes de despedirme de los chicos pregunté por qué había tanto fotógrafo afuera del estudio, Fernando fue el primero en hablar. __ Había rumores de que tu y Andrea habían sido secuestrados, por no aparecer el carro de ella en su coto esta mañana, y el tuyo estar abandonado aquí, por cierto, ¿a dónde fueron ayer?, todos se dieron cuenta que llegaron muy juntos esta mañana__ Vamos Fernando, no pasó nada, solo me llevó a casa. Olvidé mis llaves dentro del estudio__ contesté con un tono tranquilo y relajado. Con una sonrisa indiscreta, Fernando me hizo un gesto que preguntaba intimidades, yo solo le respondí con un pequeño golpe en el hombro negando toda acción. Al final nadie se puso de acuerdo con nadie, y era hora de regresar a casa. No supe más de Andrea ese día, pero vaya que esa sonrisa provocaría insomnio de nuevo.

Al llegar a casa estaba un poco intrigado, no sabía que estaba pensando Andrea en ese momento, no sabía si ya estaba en su casa, estaba totalmente embrutecido por su mirada, por su sonrisa, por sus labios tan llenos de bondad, de amor y ternura, cual bebé recién nacido. Sin más que pensar despedí el día con el reproductor en forma aleatoria, y al ritmo del swing quedé empapado en sueños.

Era sábado por la mañana, y me desperté esperando que ella estuviera por un lado, pero solo estaba el cariño Jagger, un Gran Danés que tenía 4 meses y ya medía más que cualquier otra raza en su forma adulta. Aún con todo ese cariño, no podía dejar de pensar en Andrea, dejó bastante veneno en mi, que sería bastante difícil sacar, o mejor aún, conservarlo dentro por un buen tiempo. No pasaron ni cinco minutos después de haberme parado, cuando sonó el teléfono, no quería contestar, sabía que era Leo queriendo grabar alguna escena que salió mal por culpa de ese camarógrafo mormón. Dejé que colgara, pero no lo hacía, parecía persistente, enseguida fui hacia el sonido tan molesto. __ ¿Hola?, ¡¿Hola?! niños bromistas__ regresé a mi habitación, pero antes de que pudiese girar la perilla, volvió a sonar el teléfono, dudé un momento y de un salto contesté__ ¿Hola?__ Hey pequeño dormilón, ¿por qué no contestabas?¿acaso ya hay alguien más que te acompaña a desayunar?__ dijo la voz de una chica muy alegre al otro lado de la línea __¿quién habla perdón?__ dije intrigado, en realidad no sabía quién era, se escuchaba algo rara __Pues quien más que tu Andrea, no seas bobo Ricardo, no me engañas, ¿quién está contigo?__ Era Andrea, jamás imaginé que me llamaría, no recuerdo haberle dado mis teléfonos. En fin, era muy bueno para ser verdad, quería verla, pero no quería lucir desesperado __Ven y averígualo, tal vez necesite ayuda para sacarla de mi departamento__ Andrea soltó una carcajada tremenda, en realidad me aturdió, pensé que tenía el teléfono en altavoz, pero no era así. Andrea no tardó mucho en decirme cual era su plan, pasaría por mí en treinta minutos y yo aún no me bañaba. No tenía planes para hoy, en realidad pensaba ir con Jagger a correr y ver pasar chicas, pero creo que ver a Andrea sería grandioso, pues casi acabaríamos la película y ella viajaría a Europa para seguir con sus estudios de actuación.

Al llegar a mi casa, Andrea pasó a la sala mientras yo me cambiaba, solo vestí casual, pero ella venía un poco más arreglada para la ocasión, no sabía a dónde me llevaría a desayunar. Al salir de mi habitación, ella se puso de pie, y corrió hacia acá, fue un beso muy jugoso, tanto que provocó una prolongación no diagnosticada, pues la elegancia de Andrea no fue tanta como para detener mis instintos de llevarla a mí cuarto. Giré la perilla como pude sin soltarla, ni dejé de besarla. Poco a poco mis manos recorrían sus piernas, hasta poder levantar su elegante vestido, que con ese color quemaba cada uno de mis dedos, pero aún así seguía. Dimos media vuelta y pude ver que Jagger no nos quitaba la mirada, fue algo curioso, ya había pasado una vez con Monique, pero igual no me importó, seguí hasta dejarlo fuera del cuarto, y lo último que pudo ver, fue la puerta de mi habitación cerrándose lentamente, casi eterno el giro, fue casi perfecto, y el romance podía derramarse por el vaso que había en el buró de un costado de la cama. Todo iba tan rápido, hablando primero por mi corazón que no paraba de gritar su nombre, pero me detuve, sabía que ella lo deseaba, pero yo estaba dispuesto a pasar por algo serio, y dejar de lado la aventura, pues la mirada que percibía en Andrea, no era cualquier mirada, no era cualquier chica, sabía que a mis veintitrés años ya conocía bastante de cualquier tipo de mujer, y que esa sonrisa, solo venía de una chica que se atrevió a enamorar a un hombre cuyo futuro se basaba no en planos arquitectónicos o en fórmulas químicas, si no que se dejaba llevar por la fortuna que le diera su cara y carisma dentro de encuadre. Andrea había tocado mi corazón, como muy pocas lo han hecho, pero no podía arriesgarme así de sencillo, pues ya muchas malas experiencias habían tenido en el campo de las relaciones, se que ella quería todo conmigo, pero no sabía si solo sería una aventura en su vida y su carrera, o en verdad quería algo serio. Esa mañana decidí que desayunaría Andrea por un buen rato y después me dedicaría a pensar que haría con esta lluvia de ideas que estaba teniendo acerca de nosotros. Jamás perdió su elegancia, su ternura ni esa manera de verme tan hermosa que provocaba que mi corazón gritara su nombre y que mi estómago sintiera una montaña rusa al exterior, solo miraba al techo, acariciando su hombro y oliendo su peculiar cabello castaño, que sirvió como somnífero para caer en un sueño que perduraría por unas cuantas horas, esa mañana de Otoño.

2 comentarios:

  1. !Muy buen inicio! me atrapo la historia mi buen!! felicidades!

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